jueves, 26 de marzo de 2009

Mamen Somar: Otoño en Benedetti

Cuánto frío puede encerrar un mes de noviembre.
Como si la infinidad, se fuese apaciguando bajo las hojas muertas que envuelven todas las calles, como si este otoño que azota con su respiración, no dejara tiempo ni oxígeno para el preludio del largo invierno que se esconde bajo el abrigo. Si me aguardase una chimenea, un fuego con fondo azul entre resplandores rojizos, un aroma de encina en mitad de la penumbra; tal vez, un día quisiera regresar a casa. Si al llegar no necesitara la llave, no precisara de encender la luz al entrar, de tener que dar tres vueltas al pestillo para confinar aun más este destierro. Si mi alfombra la estrenaran tus pies descalzos, el sofá lo cubriera tu piel desnuda, y mi boca tu sonrisa leve, tal vez, un día quisiera regresar a casa.
Mientras, camino por la calle con el frío invadiendo cada esquina de mi cuerpo, frío que se adhiere a la carne, que introduce sus dedos y tira con fuerza hasta el escalofrío. Busco en el próximo bar, un espacio donde se amontonen las voces en las esquinas, donde en mitad del griterío no pueda percibir conversaciones, sólo el bullicio de esos que, aun tienen algo que contar. Pero no a mí, a mi no, a otros; otros que no son yo. No quiero atender, no quiero entender. No quiero escuchar. Bebo el trago y me interno de nuevo a la impavidez de otra noche. Oscura, abstracta, una más.
Cuánto frío puede encerrar un mes de noviembre. Cuánto esfuerzo diario invertido en atontar cada minuto que paso sin ti, como si la infinidad se fuese apaciguando bajo las hojas muertas que escribo y que se pudren esperando desaparecer, como si el invierno se hubiese instalado para siempre en la profundidad de todo lo que me entregaste sin más. Hay que tener valor para asentir que uno siente, y que siente miedo cuando ama. Yo callé. Ahora que ya no estás, que me despliego en un silencio que me abofetea a su vuelta, sé que no podré encontrar, aunque quisiera, el regreso a casa. Que será noviembre, este noviembre sin tiempo ni oxigeno, todo el año.

Teatro en El Tintero: " El club de las mujeres invisibles"

Las mujeres son bienvenidas en este club, el club de las mujeres invisibles. Aquí tienen un lugar para contar su historia. El primer trago corre a cuenta de la casa. Las botellas se van vaciando noche tras noches mientras se llenan de vidas. Nunca se tiran. Cada botella lleva dentro el alma de la mujer que ha bebido de ella.
Historias cómicas y dramáticas sobre mujeres "invisibles" nacidas de la pluma de autores importantes: Jordi Galcerán, Aizpea Goenaga, Arantxa Iturbe, Juan Mayorga, y Óscar Terol.
Todo ello mecido por la música en directo del piano de Iñaki Salvador y de la voz y el violín de Ainara Ortega. Fernando Bernués dirige en esta obra a Ainara Ortega, Ana Pimenta, Vito Rogado, Iñaki Salvador y Dorleta Urretabizkaia.

EL CLUB DE LAS MUJERES INVISIBLES
A partir de una idea original de Ana Pimenta la compañía Vaivén Producciones ha estrenado en Donostia un espectáculo que da la bienvenida a un club de jazz a una serie de mujeres ‘invisibles’ a las que ofrece un lugar en el que contar sus historias y donde son invitadas al primer trago. Así, mientras las botellas se van vaciando de su contenido se llenan con las vivencias que desgranan las mujeres que han bebido de ellas y cuyas experiencias y reflexiones dejan escritas en cuartillas que introducen en su interior. El club de las mujeres invisibles es un espectáculo que lleva al escenario seis historias breves que han sido escritas por Juan Mayorga (‘La buena vecina’), Óscar y Susana Terol (‘Maternidad’), Aizpea Goenaga (‘Malos tratos’), Arantxa Iturbe (‘Suicida’ y ‘Paso de cebra’) y Jordi Galcerán (‘La escritora’). “A algunos de ellos les dimos libertad total para escribir la pieza mientras que a otros les sugerimos que abordasen un tema concreto”, apunta la actriz y responsable de la idea original Ana Pimenta, que añade que “para evitar que se convirtiese en un espectáculo de sketches y música le pedimos a Arantxa Iturbe que le crease el hilo dramático de la representación”.Historias en botellasLas vivencias de las que dan cuentan las protagonistas del espectáculo se dotan de un contexto unitario a través de la historia de amor que vivieron en los años cincuenta un pianista y una cantante. Tras la muerte de ambos, la hija del pianista regresa al club porque la cantante le ha dejado el local en herencia y será ella quien vaya hilvanando las diferentes historias. “A medida que vamos conociendo las biografías del pianista, de la cantante y de la hija del músico, se desgranan los relatos que están guardados en las botellas de ese club en el que durante años se ha pagado la primera copa a aquellas mujeres que están dispuestas a contar su historia”, apunta Bernués. Las diferentes semblanzas que se recogen en la obra requieren saltos temporales “de una época a otra, porque hay algún pasaje que podría desarrollarse en tiempo presente mientras que la historia de amor que se desarrolla en el club, por ejemplo, se produce 30 años atrás”. Bernués subraya que las seis leyendas que abordan “saltan en el tiempo y en el espacio porque a ninguno de los autores de las piezas se le ha propuesto un contexto concreto en el que sucedían estas historias, por lo que hemos tenido que ir ‘tejiendo’ junto a Arantxa Iturbe una dramaturgia que enlazaba todas estas historias en una narrativa continua y lógica”. El espacio en el que se desarrolla la representación, que ha sido diseñado por José Ibarrola e iluminado por Xabier Lozano, representa de forma realista “un club ‘de humo y jazz’ al que hemos denominado ‘El club de las mujeres invisibles”, según apunta Bernués, que añade que “hemos situado el local en Holanda en la década de los años cincuenta o sesenta y en él se programan actuaciones en directo”. Por dotar de mayor realismo al establecimiento la obra incluye una importante presencia musical por lo que junto con las actrices Ana Pimenta, Dorleta Urretabizkaia y Vito Rogado, el elenco incluye a la cantante y violinista Ainara Ortega y al pianista Iñaki Salvador que compaginan sobre el escenario tanto la interpretación musical en directo como la labor actoral. Estándares y propiosEl espacio sonoro diseñado por Iñaki Salvador, que reconoce que el espectáculo le trae evocaciones de la obra ‘Novecento. El pianista del océano’ en cuyo elenco también tomó parte y que también estuvo dirigida por Bernués, tiene la finalidad de ‘situar’ al público tanto en el interior del club como en lugares neutros. Para identificar esos espacios el compositor ha optado por establecer dos planos musicales “claramente diferenciados. Por un lado está la música del club, la que canta la vocalista y que claramente es incidental, para lo que he recurrido a estándares de jazz bastante conocidos y que están en la línea del trabajo que hacía Chet Baker, al que se cita en el espectáculo y a quien, de alguna manera, queremos homenajear”. Por otro lado, Salvador ha incluido “música original escrita para ilustrar el universo más personal del pianista y que es la que recrea su emoción y la que toca cuando, por decirlo de algún modo, está a solas y cuando ‘sale’ del club. Esas piezas originales podrían situarse cerca de la clásica o de lo que ahora se denomina ‘new age’ y con ella intentamos, precisamente, que sea interesante por ambigua”.El club de las mujeres invisibles es un espectáculo que Vaivén Producciones comenzó a materializar “tras malograrse un espectáculo que queríamos hacer sobre las mujeres de Brecht debido a que no conseguimos solucionar un problema con los derechos de autor”, según reconoce Pimenta, que añade que la idea de crear esta pieza le surgió tras participar en “las jornadas sobre la invisibilidad de la mujer en las Artes Escénicas que organizó la Escuela de Teatro de Getxo” el año pasado.

El Tintero 26 de Marzo de 2009

En el tintero de hoy hemos tenido:

-Teatro: el club de las mujeres invisibles

-Imanol Miranda desde la habitación de los libros perdidos

-La cueva de salamanca

-Otoño en Benedetti con Mamen Somar

-Microrrelato de esther patrocinio